Navegar el Amazonas. Trayecto y consejos.
¿Quién no se ha quedado fascinado de niño cuando en el colegio le hablaban de las montañas del Himalaya o del río Amazonas? Allí quedó, guardado en la memoria. La verdad es que no estaba entre los viajes preferentes, pero basta un disparador para despertar la curiosidad. Esta vez fue el libro de Javier Reverte: El río de la desolación (2004). La inercia de su relato nos llevó hasta Pucallpa, donde embarcamos en el río Ucayali para recorrer 20 días de casi 5000 km de Amazonas, hasta su desembocadura en el océano Atlántico. Una experiencia vivencial tan única como el río.
“Recuerdo el río ahora, al escribir sobre el viaje, con un sentimiento confuso, mezcla de pesadilla y de nostalgia. Se engrandecía el espíritu al navegarlo. Pero el aire que respiraba casi siempre me resultó pérfido. […] A veces, en el Amazonas, sientes que allí hay algo que anhela devorarte.” Javier Reverte.
Nuestro Amazonas es distinto al de Reverte y no lo es. Nuestro Amazonas es poético y estremecedor, y sobre todo, inconcebible. Es un cóctel que embriaga con su mezcla de ingredientes e inquieta con su verdad contradictoria. Su cotidianidad es agresiva, a la par que fabulosa. La paz que provoca, convive con una constante intranquilidad. Es destructivo, porque es más poderoso que cualquiera de nosotros, es, al fin y al cabo, la madre naturaleza en su máxima expresión; pero continuamente te construye porque, en él, ves lo que eres y te muestra la infinitud, como cuando miras las estrellas. Así es nuestro Amazonas, la inmensidad de su expresión como inmensidad del cosmos y de nuestro mundo interior.
♦ EL TRAYECTO:
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- Trayecto peruano: PUCALLPA – TRIPLE FRONTERA
- Trayecto brasileño: TRIPLE FRONTERA – BELEM (desembocadura)
- Nuestras paradas: Pucallpa – Iquitos –Triple frontera – Manaos – Santarem – Belem
El viaje por el río viene a ser como un viaje por carretera. En el puerto que quieras o bien te asomas para un paseo, o haces parada y coges otro barco, como quien coge un autobús y continúa su trayecto. Eso sí, al final hay un único destino: el océano. Es un viaje sólo de ida, que se debe hacer sin tiempo, sin pretensiones, sin objetivo; un vagar más que un caminar, como un compás en la vida, en el que te ausentas de todo y no hace falta buscar. No estás en tránsito, estás siendo.
Y mientras tú estás siendo, convives con la aspereza del día a día de las personas que viajan a tu lado, por obligación, de aquella manera, en la connivencia de la solapada traición que se profesan río y hombre… una lección de vida, donde caben todas las expresiones imaginables en un rostro. A pesar de ello, no falta la alegría y las ganas de divertirse, como tampoco faltan la amabilidad y la bienvenida al forastero. Siéntete como en casa.
♦ EL BARCO:
- A partir de ahora el barco es tu medio de transporte. También tu casa, y tu lugar de recreo y socialización. Es un micromundo donde habitarás el tiempo que sea necesario. Donde convivirás con más personas de las permitidas, así que perfectamente podéis llegar a ser 300 o 350 personas en un barco.
- Los barcos del Perú son los lanchones de pasajeros y carga. Llevan de todo. Los brasileños son barcos de pasajeros, aunque por supuesto no faltan algunas mercancías de dimensiones menores.
CONSEJOS PARA EL BARCO
- Importante: En cada puerto buscas barco y cierras precio con el capitán (dentro del propio barco, así aprovechas para echarle un ojo).
- Aún más importante: no existe un horario de partida, aunque esté indicado en los carteles. El barco cuando se llena se va, antes o después del horario previsto.
- Conviene llegar pronto para coger sitio en cubierta y colgar tu hamaca.
- Comprar una hamaca es fácil. Recomendamos una que sea doble, es más cómoda porque puedes atravesarte para dormir o envolverte en ella.
- No coloques la hamaca cerca del televisor si no quieres dormir entre zombis o escuchando a Perales. Tampoco cerca del baño porque huele.
- Si bajas del barco a comprar o a visitar el puerto, atento, porque el barco no espera y se va. Tendrás que coger una lancha o un peke peke para que te acerque al barco.
- Cuidado cuando se atraca en puerto. Sube y baja mucha gente porque cambian los viajeros y hay una invasión de vendedores ambulantes. Vigila tus pertenencias, puede haber robos. Otra opción es como hace Reverte: pagar un camarote donde guardar tu equipaje y viaja en tu hamaca en cubierta. Una vez pasado el mogollón, puedes desembarcar más tranquilo.
- Te sirven la comida y la cena en el barco, está incluida en el precio. En los barcos peruanos tiene poca gracia: arroz, pescado y plátano sancochado (hervido), y en la cena, puede caer mazamorra (arroz con harina, leche y avena). La comida de los barcos brasileños es más amable, y venden cerveza, demasiada cerveza. Para los barcos peruanos recuerda llevar tuper, plato, cubiertos, o lo que consideres necesario como útiles de comida. En los brasileños te lo dan todo.
- Tienes que llevar agua, e incluir en el aseo papel higiénico o toallitas húmedas.
- Lleva una manta, hace frío por las noches.
- Lleva un repelente de mosquitos. Durante el trayecto no hay que preocuparse, porque entre la brisa y el barco en movimiento apenas molestan, pero cuando paras en puerto, es posible que te busquen todos los mosquitos que dejaste en el camino. Los más inseguros llevan mosquitera para la hamaca.
- Son buenos compañeros de viaje los libros, cuadernos, juegos de mesa y todas aquellas aficiones que uno tiene cuando tiene tiempo y está obligado a la quietud.
Se pone en marcha el motor del Henry. Su malhumorado rugido te estremece. La vibración se convierte en hormigueo. Se acelera tu respiración y comienza la brisa de la travesía. Ya estás allí, en las fauces de esa bestia sibilina, dispuesto, como el lanchón taciturno, a sobrevivir. El lanchón es viejo pero astuto; su veteranía transmite seguridad. Conoce el trayecto y se desliza amansando a la bestia. Ya sólo queda dejarse llevar.
♦ LA ÉPOCA:
Se viaja por un Amazonas distinto según la época. Nosotros elegimos la temporada de lluvias, de noviembre a mayo, en concreto el mes de abril. Merece la pena (cuando no son lluvias extremas), disfrutar del espectacular paisaje atmosférico que forman las nubes y las tormentas. Además, el río está más alto porque baja crecido y se desplazan mejor los barcos. Y apenas hay mosquitos.
Llueve al llegar la tarde. Ves arreciar a lo lejos, como un telón de lluvia que se aproxima. Sin más, el barco y la nube se cruzan, y durante un rato pasas bajo la cortina de agua. Las poderosas nubes descargan, breve, intenso, 15 o 20 minutos de chaparrón tropical. Barco y nube se saludan, y continúan cada cual su trayecto.
Por la noche, a lo lejos, te entretiene la luminaria de la tormenta. Relámpagos que se cruzan de una nube a otra, rayos que se zambullen en el río, ecos lejanos que evidencia el paso por el aire de la descarga eléctrica.
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